¿Sabías que en España hay más de un millón de empresas familiares? Prácticamente nueve de cada 10 compañías pertenecen a una familia empresaria y uno de sus grandes retos es la supervivencia más allá de la segunda generación.
La empresa familiar se define como una organización comercial en la que la toma de decisiones está determinada por los miembros de una familia, que son quienes en definitiva controlan el negocio. Dentro de su estrategia, este tipo de proyectos crecen condicionados por la idea de que las siguientes generaciones le den continuidad al proyecto.
¿Qué condiciones reúne una empresa familiar para se considerada como tal?
- La familia debe ser la propietaria del negocio
- Varios miembros de esa familia deben desempeñar labores ejecutivas y directivas
- Debe existir una vocación de continuidad en el tiempo
Cuando se trata de un único miembro que participa como dueño y administrador, no se considera como una empresa familiar.
En términos generales, en este tipo de empresa los negocios van creciendo y el fundador , llegado un momento dado, cede el testigo a sus herederos. La planificación del relevo generacional es clave en este proceso: de hecho, uno de los fallos más comunes entre las empresas familiares es la ausencia de planificación, sobre todo en lo que se refiere a la sucesión, de forma que el desembarco de las nuevas generaciones para que asuman la gestión del negocio genera problemas graves para el negocio.
En ese momento de transición es cuando la empresa familiar se enfrenta a uno de sus grandes retos: cuando la segunda generación va a acceder a los puestos directivos lo hace a menudo con una forma distinta de entender el negocio que hace que las relaciones entre hermanos en la empresa familiar sean una tarea compleja y exigente.
Los datos señalan que la edad y la (buena) relación entre los hermanos herederos del negocio familiar es el factor con más influencia en la vida de la empresa familiar. En concreto, las edades comprendidas entre los 30 y 40 años son las ‘ideales’ para que los hermanos alcancen una adecuada armonía dentro de la empresa familiar. Podemos encontrar más conclusiones interesantes en el estudio Empresas Familiares de Hermanos: Claves de éxito para el trabajo en equipo, disponible en el enlace para su descarga, que está basado en las respuestas de 200 hermanos y hermanas gestores de empresas familiares.
En ese mismo estudio encontramos una serie de consejos para que las relaciones entre hermanos no erosionen la empresa familiar:
- Es imprescindible que entre hermanos exista una comunicación fluida y cotidiana, dominada por el consenso
- Deben prevalecer los valores compartidos: la segunda generación debe adoptar los valores del fundador como suyos
- El equipo de hermanos debe estar cohesionado y también permitir que cada uno de ellos conserve cierta autonomía en sus competencias
¿Qué sucede si no se planifica adecuadamente, con tiempo y visión estratégica, el relevo generacional? Las cifras indican que 8 de cada 10 empresas familiares no lleguen a la tercera generación. En la actualidad, el 30 % de las empresas familiares que hay en España llega a ser dirigida por la segunda generación del emprendedor que la inició y tan sólo un 10 % alcanza la tercera.
Una empresa familiar ha de superar las dificultades que conllevan las relaciones entre la familia y el negocio: por eso en Bufete Financiero Fiscal ofrecemos el protocolo familiar, es una herramienta para establecer unas normas claras que faciliten la convivencia presente y futura. Es una ‘hoja de ruta’ única y diferente para cada empresa y su objetivo fundamenal es que las relaciones familiares no interfieran en la marcha del negocio.
Consiste en un documento en que los socios, los legítimos futuros socios por derechos hereditarios y, eventualmente, otros familiares plasman determinados acuerdos para regir el funcionamiento interno de la empresa familiar en el presente y en el futuro.
Entre otros asuntos, el protocolo familiar determina la gestión y administración de la empresa familiar; la forma y momento en que se llevará a cabo la sucesión, delegando la gestión en los sucesores; los requisitos para acceder a los diferentes puestos y las remuneraciones de familiares; la entrada o salida de socios… Los formantes están obligados a cumplirlo y, si algún socio lo incumple, los demás pueden exigir judicialmente su cumplimiento, más una indemnización por los daños y perjuicios que dicho incumplimiento haya provocado. Sin embargo, no pueden expulsar de la sociedad al incumplidor, que continuará siendo socio y podrá ejercer sus derechos como tal.
Además del protocolo familiar, hay otro mecanismo jurídico de especial importancia para los negocios familiares: el pacto sucesorio. De acuerdo con el Diccionario del Español Jurídico (DEJ) de la RAE y el CGPJ es aquel acuerdo o convención contractual que limita las facultades dispositivas mortis causa. En otras palabras, permite organizar de manera vinculante el destino del patrimonio de la familia, de tal forma que por medio de un pacto sucesorio se pueden establecer las condiciones de transmisión de la compañía familiar.
En definitiva, una empresa familiar nunca llegará a la tercera generación ‘por accidente’ (recordemos que sólo lo consiguen 1 de cada 10 empresas): sin un plan cuidadoso y una gestión del proceso de sucesión la empresa no sobrevivirá. Además existen líneas de apoyo al desarrollo y consolidación de la empresa familiar para garantizar la continuidad, a lo largo de las futuras generaciones, a través de formación especializada, asesoramiento y consultoría personalizada: puedes encontrar decenas de recursos en el Instituto de Empresa Familiar.
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